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Tiempo de silencio







Tiempo de silencio da título a una de aquellas novelas que a uno se le erizan los cabellos al proyectar en su imaginación semejante realidad. Es una novela de aquellas de tiempos duros, de aguzar el ingenio para que la supervivencia adquiera sentido y si no, apenas queda tiempo para enmendarlo. Una realidad como la que de forma sublime nos relataba Don Miguel Delibes, recientemente fallecido.
Tiempo de silencio, que comienza con el tañido de las campanas, llamando a... sí las campanas tienen un particular lenguaje. Hace años cuando la fibra óptica o las microondas eran descubrimientos aún por alcanzar el sistema de avisar a cada habitante de cualquier aldea se realizaba a través de las campanas. Las campanas y sus tañidos tienen múltiples sonidos. Todo un código que la mayor parte de nosotros ya no conoce, pero existía el tocar "a fuego" (ante un incendio y todos sin excepción colaboraban para extinguirlo), "a maitines" para celebrar el alba, también para la última hora de la tarde. En fin eran un instrumento más para medir el tiempo, en una sociedad agrícola (no olvidemos que nuestro calendario y nuestras festividades tienen un origen en las labores del campo) y un eficaz sistema de alarma ante un hecho inesperado o de respuesta inmediata. También las campanas eran consideradas como algo propio, como algo casi vivo, incluso como amuletos que se colocaban en las pequeñas muñecas de los niños para protegerles. Hasta los momentos más importantes en la vida de cualquier aldea, las campanas eran las protagonistas, con su "tocar a matrimonio" para celebrar un enlace y un jolgorio por todo lo alto. O también para unirse ante una desgracia, tocar "a muerto" para despedir a un ser querido en el que todos le daban el último adiós.
Tiempo de silencio, que además de las campanas y sus toques acompaña, tras cuarenta días de cuaresma unos pasos, precedidos del sonido de timbales y cornetas. Se avecina por todo el globo terráqueo la representación dramatúrgica con más seguimiento popular del año. No nos referimos a un musical que esté de moda, o a una obra de teatro de las grandes. Nos referimos a la "Pasión" y "Muerte" del personaje que aún hoy sigue marcando el tiempo entre nosotros, puesto que nuestros años señalan 2010, una fecha teórica y aproximada tras su nacimiento. En determinadas latitudes, como en la que me encuentro el acontecimiento popular (la tradición que mucho o poco tiene que ver con la fe dogmática e intrínseca de cada cual) se celebra en un tiempo de silencio. Un silencio sepulcral, tal vez roto por algunas carracas o las lenguas de fuego de los cirios que saetean la vista, movidas por el viento, por el quejido, por un auténtico lamento que provoca el continuo frió que suele darse por estas fechas. Y yo creo que no es casual que sea una fiesta del calendario lunar y por lo tanto móvil en el tiempo, adecuándose a un momento trascendente en el quehacer de las labores agrícolas en las que se podía dar un cierto descanso. Desde el domingo gentes engalanadas con ropas nuevas, mientras otras simulando una pobreza buscada de espíritu. De alguna forma ese goteo constante de cera por las aceras que acoge a personas descalzas entre la devoción y la tradición deja un eco en el sentir popular. En el respeto a una creencia que en estos días va más allá de los valores morales individuales.
Tiempo de silencio con la novela Luis Martín Santos comenzaba estas palabras y con ella acabo, novela de corte realista-existencialista, como Baroja, como en cierto sentido Miguel Delibes, como la representación de la "Pasión" y "Muerte" del "Cristo de la Fe" o del "Jesús de Nazaret". Un replanteamiento de ciertos pensamientos que quien vaya hacia zonas alejadas del mundanal ruido, hacia las playas, el buen tiempo, hacia el desconectar de los rutinario. Mi más sentida enhorabuena. Sin embargo mi recuerdo y mi ánimo más enérgico no es hacia ellos, sino para los que se quedan sin ellas y deben ir a trabajar, a estudiar, a continuar por que por "h" o por "b" no tienen otro remedio y aunque intentan gritar en alto no pueden hacerlo muy libremente por que estamos, queramos o no... en tiempo de silencio.


"Varlania" Tierra de leyenda (Presentación del blog)




Hace años, muchos años, tantos que según se mire aún no ha existido, se situaba un pequeño rincón entre dos ríos. Eran afluentes de una corriente de agua a su vez más caudalosa. Eran terrenos "mesetarios" a mitad de camino entre clima de estepa y ecosistema de dehesa. Los robles galopaban a sus anchas empujados por el viento y cuyas raíces inmóviles bebían de fuentes muy antiguas, de niveles freáticos escudriñados por una red neuronal de jinetes ávidos de conocimiento, por una memoria colectiva que primaba la comunidad y denostaba el criticar por criticar.
Aquel lugar se llamaba Varlania. Se trataba de una tierra de leyenda y, cómo tal, vive y vivirá siempre que sus habitantes la recreen y la doten de vida. Espera que sus bosques se llenen de árboles que como en el Cad Goddeu puedan luchar por un modo de vida que se extingue, que está condenado a desaparecer, pero que nunca lo hará mientras una y otra vez permanezca su recuerdo en el ínterim de entre tu y yo, de entre nosotros.
Donde se encajaba el río, sus orillas crecían empinadas, altivas, dominando desde las alturas una visión privilegiada situaba una zona muy elevada, agreste y cuyos habitantes desde tiempos inmemoriales lo consideraban, algunos sagrado, para otros un lugar de recogimiento y de poder encontrarse a sí mismo. Una acrópolis formada por unas vistas inmejorables de los valles cercanos.
La vegetación campaba a sus anchas y las ideas salían expelidas germinando una danza de pólenes que acabarían conformando una primavera que nos visitaba a todos por igual, a unos antes a otros después, pero entre todos acabamos conformando un jardín de variopinta mezcla, pero con un rasgo en común: El respeto.
Caminantes, transeúntes , viajeros o simplemente curiosos, sed bienvenidos a Varlania, Tierra de Leyenda...