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Origami: Algo más que papiroflexia.







Origami es el noble arte procedente del Japón de reproducir a través de papel en tantos pliegues y formas como sean necesarios algún objeto, animal o planta para representarlos a través de un lenguaje figurativo dominado por cuerpos geométricos, ángulos y poliedros. Los resultados pueden llegar a ser realmente sorprendentes. En el origami no todo está permitido. No se utilizan tijeras, sustancias adherentes o tipo alguno de grapa. La expresión plástica adquiere su máxima libertad al otorgarse mediante las manos y el papel todo el protagonismo. Como cada filosofía oriental, la calma, la superación personal, y otro elenco de valores (incluida la representación de la naturaleza o de animales) superan en definitiva al mero hecho de plegar papel con fines estéticos. Se puede dividir en muchos tipos, dependiendo de si se unen módulos, si hay partes móviles, si se plega en húmedo, o se tesela, sin olvidar sus primos Kirigami (se corta, pliega, pega) y Makigami (Kirigami puramente confeccionado con las manos).

En español se conoce como papiroflexia o cocotología (cocotte pajarita en francés). En el mundo occidental el pergamino fui sustituido por el papel, principalmente con el uso de la imprenta. Sin embargo en China y Japón el uso del papel y del Origami gozaban de ser una tradición milenaria. Tras la apertura a Occidente al mundo nipón en 1854 y en plena Época Meiji la Exposición Universal de París de 1878 (tan famosa por la Torre Eiffiel, los descubrimientos en el Arte Rupestre del Paleolítico Superior, etcétera) se fusionaron en uno solo el conocimiento y difusión del Origami. Friedrich Fröebel lo incorpora en sus técnicas de enseñanza a nivel escolar para la enseñanza de las figuras geométricas. Debemos a Miguel de Unamuno su reintroducción en el mundo hispanohablante en la década de los años treinta. En los años cincuenta Akira Yoshizawa reunificó criterios desarrollando un código internacional para la representación de las dobleces de Origami. Desde entonces hasta ahora ha sufrido una auténtica evolución desde su original sentido espiritual cómo ofrendas votivas a la divinidad, sus usos de ocio o llegando incluso a su utilización en técnicas topográficas, matemáticas, arquitectónicas, o a mejorar las técnicas de vuelo implantando alerones a imagen y semejanza de los aviones de papel lanzados por todos los colegios del mundo.

Hay muchas formas de ser original y de regalar algo diferente. Buscando por internet (hay multitud de videotutoriales y sobre las más diversas figuras) y dedicando un poquito de tiempo acabé realizando yo mismo algo tan sencillo y a la par de tanta belleza. Una flor de lírio naranja que luce en el salón y por la que el tiempo aunque pase no dejará de brillar cómo el primer día.

Chema García