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Audiopoema: Te quiero (M. Benedetti)





Un sublime poema, de alguien sublime. Un pequeño homenaje a su figura.

Te Quiero. Voz: Chema García

Audiopoema: Por que son, niña , tus ojos... verdes como el mar te quejas.






Procedente de su "Libro de los Gorriones" cómo su propio autor, Gustavo Adolfo D. Bécquer, llamaría en Junio de 1868 y, sin embargo, sus amigos las juntaron en un libro de forma póstuma en 1871 al que llamaron: "Rimas". Este poema correspondería a la Rima XII "Por que son, niña, tus ojos... verdes".

Voz: Chema García

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El origen de la "retórica" en la Grecia Clásica y la "Spanish revolution"







Sicilia, Siracusa año 460 a. C. se le atribuye a Corax y a Tisias el nacimiento de la “retórica” en la Grecia Clásica. La retórica es la disciplina transversal a distintos campos de conocimiento (ciencia de la literatura, ciencia política, publicidad, periodismo, etcétera) que se ocupa de estudiar y de sistematizar procedimientos y técnicas de utilización del lenguaje puestos al servicio de una finalidad persuasiva o estética del mismo, añadida a su finalidad comunicativa. Sin lugar a dudas en estos días de movimientos sociales los discursos, las soflamas y la retórica han adquirido una importancia sin precedentes.

Un “retor” era un Comunity Manager de la época y hoy en día de forma espontánea, surgen “retores” anónimos que ensalzan o critican figuras o razones en todo tipo de eventos (sindicales, políticos, ceremonias de entregas de premios de todo tipo, etcétera) puesto que son minutos de gloria en la que se tiene la atención de toda la concurrencia. Por eso no surgen líderes a los que seguir, por que la gente no quiere líderes, ni cultos a personas, sino discursos coherentes con capacidad de puesta en práctica (predicando con el ejemplo) y proponiendo y llevando a cabo soluciones reales a lo reivindicado en cualquier tertulia de amigos.

El origen de esta “retórica” se remonta a Sicilia, en una época de incertidumbre política, en la que demócratas y tiranos se suceden en la forma de gobierno en un tira y afloja en el que el pueblo es el único perjudicado. Cuando vencían los demócratas instauraban un sistema en el que los que tenían derecho a voto podían elegir los cargos públicos para gestionar el gobierno de la polis (o ciudad-estado). Cuando eran elegidos algunos se erigían unilateralmente en dueños y señores e instauraban sus tiranías. En un momento dado, ante el hartazgo de los convecinos y cuando militarmente era posible se reinstauraba el poder (en ocasiones hasta que no se producía el debilitamiento e incluso muerte del tirano no se acaba con la tiranía e incluso a veces los tiranos imponían a sus hijos o sucesores intentando generar auténticas dinastías).

En esos años una tiranía es sustituida por un régimen democrático. La reinstauración de la democracia (otra vez más) traerá el primer intento “real” y constatado de recuperar las tierras que los tiranos expropiaron a su antojo y sin garantía jurídica alguna a los antiguos gestores demócraticos. La problemática fue expuesta y aceptada a trámite por tribunales libres que estaban formados por ciudadanos y que dirimían los pleitos a costa de su decisión. Su formación no era jurídica, y aunque se empeñaban en hacer su labor de la mejor manera posible, antes o después se dejaban convencer por quien tuviera el mejor discurso para defender la tesis de alguno de los litigantes. Sus decisiones se basaban en las disertaciones que realizaban las partes y no en la búsqueda de pruebas y hechos objetivos.

El sistema se cerraba con la intervención de otro puñado de ciudadanos que conformaban un jurado. Los elementos técnicos eran inexistentes, la instrucción de los casos parca e insuficiente y la legítima propiedad de las tierras el tema más llevado a un juicio en el que aún no existían los abogados. La justicia estaba en manos de este jurado ciudadano conformado al principio por aristócratas de pelo blanco y arrugas de ver salir muchas veces el sol, pero con el tiempo se hicieron “democráticos” pues sus miembros no pertenecían a las clases más altas. Con el tiempo, para evitar los sobornos, y (sobre todo en el caso ateniense) se sorteaba a quienes formaban parte de qué jurado para encausar qué causa.

En estas, un par de espabilados llamados Córax y Tisias, recopilaron todos los discursos en un inventario que sería el primer manual de “retórica”. Se dieron cuenta de que ante determinados juicios, estudiar sus elementos y qué circunstancias eran más proclives para convencer a los miembros del jurado. La trascendencia de estos discursos aumentaba al ser las decisiones inapelables. Este recetario de buenas maneras para la elaboración de un discurso destinado a triunfar, junto con el desarrollo de los sofistas, ciudadanos especializados en “conocer la verdad” para más tarde mostrarla pero antes tenían que envolverla a su antojo para dar la imagen requerida por ellos, cómo ya nos cuenta Píndaro unos años antes, y que eran contratados por los más pudientes para convencer tanto en las ágoras cómo en las asambleas. Se les buscaba cuando era posible tener que tomar una decisión, bien de forma democrática o simplemente en los negocios para aumentar sus ganancias. Estos “charlatanes”, algunos juiciosos y muy buenos maestros, otros tan nefastos para la sociedad que se introduce el tener que poner el nombre del “vecino” indeseable en una concha u ostracon y al que se le condena al exilio o cómo ellos lo llamaban al “ostracismo” sin reparo ni remedio, por pervertir a la sociedad con sus ensañanzas (agravado si cabe, si era a la juventud cómo acusaron y condenaron a muerte Sócrates).

Esto demuestra que ya en sus orígenes la democracia en la Grecia Clásica tenía a los “jóvenes” por un colectivo al que proteger y por otra parte la democracia no ha sido real y transparente nunca, ni siquiera desde sus orígenes. Pero también eran muy conscientes de que conseguir ese sistema democrático había costado muchos años y muchas vidas y mucho sacrificio, cómo para utilizarlo cómo un juguete o un antojo (de ahí que Sócrates tuviera el final que tuvo).

Con lo cual la Spanish revolution cómo yo la veo es una arenga y una protesta hacia quien tiene algún tipo de responsabilidad política y social para tratar de que se produzcan cambios internos (desde dentro) y pacíficos para mejorar el sistema. Es cierto que a tenor de lo que comentan algunas personas que se erigen en portavoces (que nadie les ha otorgado esa representación y si alguien lo ha hecho, no cuentan ni con la aprobación, ni con la representación de nadie, puesto que nadie les ha elegido democráticamente) parece lo contrario. Este movimiento ha despertado una simpatía sin precedentes (y con la que en parte comparto) para mostrar un hartazgo y que muchas cosas se pueden cambiar y hay que cambiarlas, pero sin perder de vista que la democracia es el sistema para llegar hasta esas metas.

Chema García